sexta-feira, 29 de fevereiro de 2008

PUBLICADO EN EL DIARIO EL PAÍS DE CALI



SECCIÓN VIVIR 27 feb 2008

Escenario: El soñador despierto

León Octavio Osorno, ideólogo del personaje ‘Balita la bala perdida’, expone por estos días en la Biblioteca Departamental la obra de su vida, para conmemorar 60 años en medio de la utopía cultural. Vida y andanzas.

Es paradójico, pero si alguien es reticente a la publicidad, ese es León Octavio Osorno, y sin embargo es muy conocido en Cali, en todos los estratos sociales. Ah, siempre y cuando lo llamen ‘Balita’ y no León Octavio, pues él terminó por absorber la denominación del personaje que hacía las reflexiones en El País antes del padre Gallo. En tiempos recientes, ‘Balita’ andaba un poco perdido, por hallarse trabajando con comunidades campesinas.

Hasta que la periodista Adalgisa Charria lo convenció de hacer en la Biblioteca Departamental una exposición sobre su trayectoria como dibujante, escritor, gestor cultural, compositor de música campesina, productor de discos y soñador, con motivo de sus 60 años de vida.



Fue autor intelectual de la Morada Alternativa, el Festival del Florero, de ceramistas y escultores, y el Festival del Maíz en la colina de San Antonio. Y de ‘Balita’ y el ‘Bando de Villa Maga’. León nació en Anzá, Antioquia. Vino a vivir a Cali en 1967, “porque como llegó a Medellín la moda de los peludos, y mi papá es peluquero, él creyó que aquí la cosa sería distinta, y era peor”. El hijo del peluquero resultó artista. Yo comencé como ayudante de construcción y me gustaban las historietas. En 1964 me regalaron una revista de Condorito, que no circulaba en Colombia, y me gustó el dibujo. Comencé a soñar con ser dibujante, y en 1968 inventé un personaje caleño, de esos que hace de todo, Pedrín, que lo publicaron como tira cómica en ‘Occidente’ durante tres o cuatro años.


¿Cuándo resultó músico? Todavía era obrero cuando vi exhibido un acordeón en un almacén que aún queda frente al Teatro Isaacs. Yo cada ocho días iba a ver el acordeón que valía $1.500, pero mi sueldo era de apenas $400, hasta que reuní la plata, fui a comprarlo y van saliendo con otro y yo haciendo fuerza por el de la vitrina. Empecé a descubrirle los sonidos, porque en Cali nadie tocaba eso. Es más, el vallenato estaba ‘prohibido’. Aprendí solo y me volví el acordeonero de los costeños que estudiaban aquí. ¿Cómo tuvo la idea de ‘Balita’? Un día iba caminando para mi casa, en Bretaña, y por los lados de Santa Librada me encontré una bala que no había sido disparada. Sentí como si ese proyectil me estuviera escogiendo para contar la historia de una bala que no quería matar. Y logró que la publicaran en El País. Timmy Ashe comenzó a trabajar aquí en diciembre de 1973 y le mostró dibujos de ‘Balita’ a Rodrigo Lloreda. A él le gustaron y comenzó a salir los domingos en la ‘página de los muñecos’. Salió unas veces, no muchas, porque cuando Timmy se fue, ‘Balita’ también. Luego hubo un segundo período cuando estuvo Julio Riascos, a finales de los años 80.


Ya publicaba ‘El bando de Villa Maga’. Esa fue parodia de una revista. La llamé así porque en mi pueblo no había medio de comunicación y tocaban el bando con un tambor en la puerta de la alcaldía para leer los decretos. Y lo otro es la Villa de la Magia. Se la mostré a un amigo, quien quiso publicarla y ofreció la plata, en 1983. Empezaron a llegar cartas de gente que se sentía atropellada por Canibalia, o sea el país de la realidad.


Después Claudia Blum, quien era directora de Proartes, me ofreció el ‘stand’ de Proartes en Expovalle y me tocó sacar mil ejemplares. Ahí sí fue cierto que empezó a regarse. ¿Por qué la acabó? Yo no quería quedarme en el sueño, pues iba a quedar como otro mentiroso más. Villa Maga debía pasar de la utopía a la ‘ecotopía’; entonces me fui para mi pueblo, pero eso estaba lleno de guerrilleros y paramilitares. Los politiqueros comenzaron a verme como un peligro porque fundé una ONG, hablaba de autogestión, abrí una fábrica de papel y fundé un periódico. Además, esa mano de muertos. Entonces le hice caso a la ‘Balita’, que dijo: “Correr es también uno de los derechos humanos”, y volví a Cali en 1999.


¿Y usted que es una ‘Balita’, no se ha perdido en tantas vueltas? Algunas veces, conscientemente. Las balas perdidas no saben para dónde van, pero yo siempre he sabido para dónde voy. Para ello es importante la terquedad y fundé un Club de Tercos. Si uno no lo es, no es consecuente con lo que piensa. ¿Tampoco es una bala de regadera, dejando muchachitos por ahí? Aquí sobra gente y este mundo como está no lo deseo para un hijo mío. Cuando sea diferente, sí.

Usted debe ser muy desprendido. Por supuesto. En alguna semblanza que me hicieron hace años, decía que yo seré pobre toda la vida. Y eso se mantiene.


En sus propias palabras "Las ciudades tienen cáncer, y la nueva sociedad que debemos fundar debe comenzar por las comunidades pequeñas que todavía no están contaminadas". León Octavio Osorno, ‘Balita’, ilustrador y gestor cultural

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